Habrás escuchado de su boca muchas veces que te ama, t'estimo, que te quiere, que te aprecia, que es tu pareja... Quizá no te lo diga tanto como al principio, pero tú estás convencida de que es así.
Sin embargo, puede que no hayas reflexionado nunca sobre el significado de esas palabras que te unen a él y hacen que le justifiques, que le perdones o incluso te preguntes qué es lo que tú haces mal:
- Estimar: Hacer aprecio y estimación de alguien o de algo.
- Apreciar: Reconocer y estimar el mérito de alguien o de algo.
- Querer: Amar, tener cariño, voluntad o inclinación a alguien o algo.
- Amor: Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
- Pareja: Igual o semejante.
Fuente DRAE
¿No te parece que todas esas palabras significan más que costumbre, dependencia, unión, sumisión por parte tuya? El amor habla el idioma del respeto, de la igualdad y de la admiración que uno siente por el otro. ¿Crees que te respeta cuando te menosprecia, cuando te insulta, cuando te miente, cuando no te tiene en cuenta para decidir su futuro y el tuyo? ¿Puede hablarse de esos conceptos cuando te levanta la mano, te amenaza o te obliga a comportarte como él quiere y no como tú eres en realidad?
Si un día en el que no podías más te frenó pensar que él, en el fondo, te quería, te equivocaste. Puede que te quisiera hace tiempo, pero, si no te trata como una persona completa, con sus virtudes, y que tiene algo que aportar a la pareja, aquel amor fue una quimera o, simplemente, murió; no existe ya.
También es posible que él sufra un trastorno que le ha vuelto el monstruo al que esperas cada tarde intranquila, puede que te prometa cada vez que va a cambiar, que todo volverá a ser como antes... Si es verdad eso que dice, ten por seguro que buscará ayuda, y quizá lo vuestro tenga solución, pero no a base de promesas, sino a través de un cambio radical por su parte. Muchos lo han logrado y se han enfrentado al demonio que vivía en su interior, aunque para ello han tenido que acudir a terapias, abandonar hábitos como la bebida y, sobre todo, sus parejas han podido ver el coraje y la sincera intención de cambiar. No te deben valer las promesas lanzadas al aire ni los deseos de cambio vacíos. Sé exigente y pídele muestras de su intención de recuperar el respeto por ti: eres la afectada, la víctima, y por ello tú más que nadie tienes derecho a que pruebe que es sincero y, llegado el momento, decidir si es posible que lo logre o no.
Nadie es el culpable de la humillación que infringe sobre él otro ser humano, pero puedes ser su cómplice si le justificas o buscas causas racionales a la situación distintas de que compartes tu vida con un monstruo insensible. No te dejes engañar por él ni por nadie; no seas tú misma la que te pierdas el respeto.
Tampoco creas que alejarle de tu vida va a perjudicar a tus hijos, porque pueden ser los siguientes o, como poco, crecerán viendo cada día como normal la atrocidad que vives en tu casa. No les condenes al tormento que vives tú, ni tampoco seas responsable de que otra mujer sufra lo que tu hijo tuvo que ver que te ocurría a ti.
No te engañes ni creas que puedes mantener una farsa por no destruir un matrimonio que ya está destruido. ¿Recuerdas a los que te dijeron que tu matrimonio es para toda la vida? Te mintieron y se ríen de ti; esos mismos hipócritas declaran nulos otros matrimonios si se les paga bien. El matrimonio podría ser para toda la vida si hubiera continuado siendo un matrimonio, no el infierno en el que se ha convertido el tuyo.
Jamás lo olvides: el amor es respeto, admiración, generosidad, perdón y deseo de que el otro tenga una vida digna y feliz.
No esperes a que ya no tenga remedio, te conviertas en una mujer anulada o un espectro que pasea insensible y ajeno ya a casi todo. El respeto, tu dignidad y tu valor como persona están lejos de él... y cada día que pasa, se alejan también un poco de ti misma...
Si un día en el que no podías más te frenó pensar que él, en el fondo, te quería, te equivocaste. Puede que te quisiera hace tiempo, pero, si no te trata como una persona completa, con sus virtudes, y que tiene algo que aportar a la pareja, aquel amor fue una quimera o, simplemente, murió; no existe ya.
También es posible que él sufra un trastorno que le ha vuelto el monstruo al que esperas cada tarde intranquila, puede que te prometa cada vez que va a cambiar, que todo volverá a ser como antes... Si es verdad eso que dice, ten por seguro que buscará ayuda, y quizá lo vuestro tenga solución, pero no a base de promesas, sino a través de un cambio radical por su parte. Muchos lo han logrado y se han enfrentado al demonio que vivía en su interior, aunque para ello han tenido que acudir a terapias, abandonar hábitos como la bebida y, sobre todo, sus parejas han podido ver el coraje y la sincera intención de cambiar. No te deben valer las promesas lanzadas al aire ni los deseos de cambio vacíos. Sé exigente y pídele muestras de su intención de recuperar el respeto por ti: eres la afectada, la víctima, y por ello tú más que nadie tienes derecho a que pruebe que es sincero y, llegado el momento, decidir si es posible que lo logre o no.
Nadie es el culpable de la humillación que infringe sobre él otro ser humano, pero puedes ser su cómplice si le justificas o buscas causas racionales a la situación distintas de que compartes tu vida con un monstruo insensible. No te dejes engañar por él ni por nadie; no seas tú misma la que te pierdas el respeto.
Tampoco creas que alejarle de tu vida va a perjudicar a tus hijos, porque pueden ser los siguientes o, como poco, crecerán viendo cada día como normal la atrocidad que vives en tu casa. No les condenes al tormento que vives tú, ni tampoco seas responsable de que otra mujer sufra lo que tu hijo tuvo que ver que te ocurría a ti.
No te engañes ni creas que puedes mantener una farsa por no destruir un matrimonio que ya está destruido. ¿Recuerdas a los que te dijeron que tu matrimonio es para toda la vida? Te mintieron y se ríen de ti; esos mismos hipócritas declaran nulos otros matrimonios si se les paga bien. El matrimonio podría ser para toda la vida si hubiera continuado siendo un matrimonio, no el infierno en el que se ha convertido el tuyo.
Jamás lo olvides: el amor es respeto, admiración, generosidad, perdón y deseo de que el otro tenga una vida digna y feliz.
No esperes a que ya no tenga remedio, te conviertas en una mujer anulada o un espectro que pasea insensible y ajeno ya a casi todo. El respeto, tu dignidad y tu valor como persona están lejos de él... y cada día que pasa, se alejan también un poco de ti misma...
© 2010 Santyago Moro
FUENTE: Reality Bites
Él no te quiere
Él no te quiere
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