CEDT de
Illescas (SESCAM, Toledo). España
* Autor
para correspondencia.
Correo
electrónico: criscahill@yahoo.es (Cristina Rodríguez Cahill) .
Cinco retos psicológicos de la crisis del COVID-19
La pandemia causada por COVID-19 ha
sido definida como una guerra biológica contra
un virus
que mantiene aislados, actualmente, a un alto porcentaje de la población
mundial
como
medida de salud pública. Se habla a menudo de las repercusiones económicas de
esta
crisis
sanitaria, llegando a declarar la necesidad de una “economía de guerra” por
parte de
algunos
políticos, pero se obvia, en sus discursos, el enorme impacto psicológico que
tendrán
las
consecuencias del brote pandémico del COVID-19. Una ola de depresión, ansiedad
y estrés
postraumático
azotará nuestra sociedad tras esta crisis. Como dice Paul Daley, en un artículo
en el
periódico The Guardian(1), nos enfrentaremos a otra
pandemia de trastornos mentales.
Las medidas de confinamiento tomadas
para frenar el coronavirus, la dureza de la
situación
para enfermos y sanitarios, así como la pérdida de seres queridos en
situaciones de
aislamiento,
supondrán una puesta a prueba de nuestra salud mental, tanto individual como
colectiva.
Esta crisis sanitaria representa un gran desafío psicológico tanto para los
profesionales
de la salud como para la población.
La enfermedad COVID-19 ha puesto del
revés nuestra vida social, laboral y cotidiana.
Cuando
terminemos el confinamiento, la vuelta no será a la normalidad. Para frenar la
expansión
de este virus hemos tenido que cambiar radicalmente nuestra forma de trabajar,
de
socializar,
de disfrutar, en definitiva, de vivir. La situación que vivimos tiene, además,
una
particularidad
en relación a otras emergencias sanitarias: la soledad.
Deseamos la vuelta a la
cotidianidad, pero después de la crisis del coronavirus habrán
cambiado
muchas cosas, y algunas para siempre. Las implicaciones personales y sociales
serán
profundas y los fenómenos psicológicos asociados a esta pandemia constituirán
un
enorme
reto comunitario.
Reto 1:
Cuidar de nuestros sanitarios
Los profesionales de la salud son
una población de alto riesgo para el desarrollo del
trastorno
por estrés postraumático o cuadros ansioso-depresivos. Las extenuantes jornadas
de
trabajo,
la presión asistencial debido al desbordamiento de los hospitales, la falta de
recursos
materiales
para llevar a cabo su trabajo, el miedo al contagio por la escasez de sistemas
de
protección,
la necesidad de tomar decisiones que tienen un impacto decisivo sobre la vida
de
las
personas y la resonancia emocional del sufrimiento ajeno, están poniendo al
límite la salud
mental de
nuestros sanitarios y, en especial, de aquellos profesionales que trabajan en
las
UCIs.
Un trauma se define como una
experiencia que constituye una amenaza para la
integridad
física o psicológica de la persona. Con frecuencia suele estar asociado a
vivencias
de
confusión, desconcierto, horror, hipervigilancia, restricción afectiva y/o
sensación de
desapego(2). La
exposición a la situación traumática puede ser directa o indirecta. Presenciar
situaciones
de enfermedad o muerte puede tener el mismo impacto traumático, como es el
caso del
personal sanitario que vive, día tras día, la dureza de la situación de los
pacientes que
sufren
esta enfermedad. Pero el trastorno por estrés postraumático no es el único
cuadro que
podrán
presentar los profesionales sanitarios. El estrés psicológico mantenido está
generando
ya
cuadros de ansiedad y estados depresivos que necesitan ser atendidos.
La bibliografía sobre epidemias
anteriores indica que los trabajadores sanitarios presentaron mayor afectación
psicológica que la población normal. Reportaron síntomas más severos de estrés
postraumático, más conductas de evitación, más sentimientos de rabia, miedo,
frustración, culpa, desesperanza, tristeza y preocupación. Estos profesionales
estaban más preocupados sobre la posibilidad de contagiar a otros y sobre la
enfermedad que la población general (Brooks et al., 2020)(3).
Los profesionales de la salud
mental, siendo conscientes de la tensión a la que están
siendo
sometidos los médicos de primera línea, ya han puesto en marcha programas de
atención
psicológica para ellos en el sistema público de salud y también desde
diferentes
asociaciones
o universidades. Es una prioridad de primera índole cuidar de nuestros
cuidadores.
Reto 2:
Refuerzo de la atención psicológica para la
población
Aquellas personas más vulnerables,
con patología mental previa o que hayan vivido
situaciones
especialmente duras, podrán empezar a desarrollar trastornos psicológicos tales
como el
trastorno por estrés postraumático, el trastorno de estrés agudo, el trastorno
depresivo
mayor,
trastornos adaptativos u otros trastornos de ansiedad, así como el desarrollo
de
síntomas
somáticos.
Se ha estudiado que los factores de
riesgo al desarrollo de estrés postraumático
incluyen
sexo femenino, pertenencia a una minoría étnica, presencia de psicopatología,
traumas
previos y gravedad, así como duración de la exposición al trauma (Pandya, A.,
2019)
(4).
Las personas que sufren patología
mental previa al COVID-19 tienen mayor riesgo de
presentar
recaídas o de empeorar sus síntomas en esta situación. La alta vulnerabilidad
al
estrés de
estas personas hará que su sufrimiento pueda ser mayor al del resto de la
población.
Incluso,
algunos autores señalan que padecer una enfermedad mental aumenta el riesgo de
contagio
(Yao, H., et al. 2020)(5). Algunas explicaciones a esto pueden ser una menor
consciencia
del riesgo, dificultades en el autocuidado, mayor impulsividad o deterioro
cognitivo.
Reto 3:
El impacto psicológico del confinamiento
Un sentimiento de extrañeza con
sabor a distopía nos acompaña a todos en este
encierro.
Como si viviéramos en la novela “La carretera” de Cormac McCarthy,
luchamos
aislados
por nuestra supervivencia en un mundo que nos enfrenta a un futuro incierto. La
necesidad de
contener el virus ha hecho que las autoridades sanitarias de muchos países tomen la medida del aislamiento de la
población, sin un límite temporal claro. La incertidumbre
y la
vulnerabilidad han pasado a ser los nuevos habitantes de nuestro hogar,
convertido en una
pequeña
prisión cotidiana.
El confinamiento genera una pérdida
de la rutina, una reducción del contacto social y
físico,
frustración, aburrimiento y una sensación de soledad que puede resultar difícil
de
gestionar
para muchas personas. Una revisión reciente sobre periodos de cuarentena en
otras
crisis
sanitarias como el brote epidémico del SARS (2003), del Ébola (2014) o del
influenza A
H1N1
(2009; 2010), nos permiten predecir las consecuencias psicológicas que podrían
derivarse
de la crisis actual (Brooks et al., 2020)(3). Estos estudios arrojaron
una prevalencia de
síntomas
de ansiedad de hasta un 20% y un 18% de síntomas depresivos en la población en
cuarentena,
siendo los sanitarios significativamente los más afectados.
La bibliografía también señala
cambios conductuales significativos incluso meses
después
del periodo de cuarentena, como el mantenimiento de la hiperalerta, del lavado
de
manos
excesivo o la evitación de multitudes. Cabe pensar que hay grupos que sufrirán
en
mayor
medida el confinamiento; aquellos con patología mental previa, las embarazadas,
los
niños,
las personas de edad avanzada y los sanitarios.
Según un artículo en la revista El
Confidencial(6), la Universidad Complutense de
Madrid
está realizando un estudio a unas 2.000 personas para estudiar las
consecuencias
psicológicas
del confinamiento. Los datos obtenidos hasta ahora señalan que un elevado
porcentaje
de personas sufre ansiedad, y en menor medida, problemas para dormir o síntomas
depresivos(7).
Hay varios factores que aumentan el
estrés durante este periodo de confinamiento: el
miedo al
desabastecimiento, la sobreinformación, el temor a infectarse y la
incertidumbre.
Necesitamos
limitar la información y buscar que ésta sea veraz. El autocuidado, mantener
una
rutina y
seguir las pautas recomendadas nos puede hacer recuperar una cierta sensación
de
control.
Por último, retraducir la situación como una oportunidad de aprendizaje, nos
permitirá
disminuir
la sensación de vulnerabilidad y desarrollar recursos internos de
afrontamiento.
Reto 4:
Asumir las pérdidas durante la crisis del
COVID-19
Donde la soledad de esta crisis
sanitaria impacta de manera especialmente cruda es
en los
procesos de fallecimiento de un ser querido. Debido a que los enfermos son
aislados en
los
hospitales cuando fallecen, sus familiares y amigos no pueden despedirse en
persona. A
esta situación
hay que añadir que el procedimiento de manejo de cadáveres de casos del COVID-19
no permite velar al muerto y, por supuesto, tampoco permite celebrar funerales.
Esta
situación
dificulta mucho el proceso de elaboración de un duelo.
Un duelo es una tarea psicológica
que se realiza siempre que existe una pérdida. La
despedida
y los rituales en este proceso son muy importantes porque nos ayudan a aceptar
y
asumir la
realidad de la pérdida. Esta situación está llevando a algunos hospitales a
ofrecer la
opción de
comunicarse con los enfermos a través de cartas o videos para facilitar el
proceso
del duelo
o son los propios profesionales los que acompañan en los últimos momentos de
vida
a los
pacientes. Incluso se están llegando a ofrecer funerales virtuales.
Reto 5:
el desarrollo de la resiliencia colectiva
La resiliencia es la capacidad de
las personas para adaptarse positivamente a
situaciones
adversas o traumáticas. Boris Cyrulnik (2001)(8), que
escribió mucho sobre este
concepto,
define la resiliencia como la capacidad de reconvertir el trauma en un desafío.
Implica
la capacidad de resistir, de superar un problema y salir fortalecido. Cuando
somos
resilientes,
utilizamos la adversidad como aprendizaje, como peldaño para mejorar y crecer
como
personas y como sociedad.
Durante esta pandemia estamos
viviendo situaciones de extrema dureza. En todo este
proceso
es fundamental no ignorar la importancia de los procesos colectivos en la
resignificación
que supone la superación de experiencias adversas o traumáticas. En el estudio
de Daniel
Aldrich (2012)(9) sobre la recuperación después de un trauma, señalan que la
participación
civil es un elemento clave en la recuperación. La participación ciudadana
permite
empoderar
a la población y tener una mejor respuesta a la situación traumática. Existen
muchas
formas de diálogo social y encuentro comunitario que permiten la elaboración de
estas
situaciones
(espacios de encuentro, debates, libros, películas…), ayudando a la generación
de
narrativas
colectivas de resiliencia y altruismo (Herman, J., 1997)(10).
Esta crisis sanitaria puede ser una
oportunidad colectiva para buscar nuevos modos de
relación
y de vida social más en equilibrio con nuestros congéneres y nuestro entorno.
La
restauración
social tras el COVID-19 solo puede surgir de un proceso de crecimiento
comunitario.
Para sanarnos necesitamos una mutación social, un cuestionamiento de nuestras
bases de
convivencia, donde la cooperación y la solidaridad pasen a convertirse en algo
estructural
y no anecdótico.
Paradójicamente, la situación de
emergencia sanitaria mundial nos mantiene
confinados
en nuestras casas. Se nos exige distancia física pero, en ninguna otra crisis
previa
hemos
necesitado tanta cooperación social. ¿Qué más podemos aprender? La
revalorización
del
sistema sanitario público como logro colectivo, las relaciones humanas como
nuestra
verdadera
riqueza y el momento presente como única certeza… seguro que usted añade
algunos
más. Seguramente, esta pandemia nos traiga sufrimientos pero también algunos
valiosos
aprendizajes.
PSICÓLOGA CLÍNICA, DOCENTE Y SUPERVISORA
679 779 014
Referencias
1. Daley
P. We face a pandemic of mental health disorders. Those who do it hardest need
our
support. The Guardian. 24 Mar 2020. Disponible en:
https://www.theguardian.com/commentisfree/2020/mar/25/we-face-a-pandemic-ofmental-health-disorders-those-who-do-it-hardest-need-our-support
2.
American Psychiatric Association (APA). Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos
mentales. DSM-5. Editorial Médica Panamericana. 2014.
3. Brooks
S.K, Webster R.K, Smith L.E, Woodland L, Wessely S, Greenberg N, & Rubin
G.J. The
psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of
evidence.
Lancet; 2020;(395): 912-20.
4. Pandya
A. Psiquiatría de adultos en situación de desastre. En FOCUS, APA
(Asociación
de Psiquiatría Americana) Lifelong learning in Psychiatry. Trastorno por
estrés
postraumático y Psiquiatría de desastres (I). Washington DC and London, UK;
2009;7-11
5. Yao H,
Chen J.H, Xu Y.F. Patients with mental health disorders in the COVID-19
epidemic.
The Lancet Psychiatry. 2020;7(4) PE21.15-16
6. Peña
Koka X. Ya se notan los efectos del confinamiento: depresión, estrés, insomnio
y
ansiedad.
El confidencial. 26 Marzo 2020. Disponible en:
https://www.elconfidencial.com/espana/2020-03-26/estres-pandemia-depresioncoronavirus_2520347//
7.
Colegio Oficial de Psicólogos (COP), Clínica Universitaria de Psicología UCM,
PsiCall
UCM &
profesorado UCM. Guía para el abordaje no presencial de las consecuencias
psicológicas
del brote epidémico de COVID-19 en población general. 2020
8.
Cyrulnik B. Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina
la vida. Ed.
Gedisa.
Paris. 2001
9.
Aldrich D.P. Building resilience: social capital in post-disaster recovery.
University
Chicago
Press. 2012
10.
Herman J. Trauma y recuperación. Cómo superar las consecuencias de la
violencia.
Ed. Espasa
Calpe. 1997
PUBLICADO EN JOURNAL : OF NEGATIVE & NO POSITIVE RESULTS
Cinco retos psicológicos de la
crisis del COVID19
Cristina
Rodríguez Cahill
ISSN-e: 2529-850X
Volumen 5 Numero 6 pp
JUNIO 2020
DOI:
10.19230/jonnpr.3662
Recibido el 31 de marzo de 2020; aceptado el 8 de abril de 2020.
Cómo citar este artículo:
Rodríguez Cahill C. Cinco retos psicológicos de la crisis del COVID-19. JONNPR. 2020;5(6):nnn-nn. DOI:
10.19230/jonnpr.3662
How to cite this paper:
Rodríguez Cahill C. Five psychological challanges of the COVID-19 crisis. JONNPR. 2020;5(6):nnn-nn. DOI:
10.19230/jonnpr.3662
Palabras clave
COVID-19; coronavirus; pandemia; psicológico; emocional
Keywords
COVID-19; coronavirus; pandemic; psychological; emotional
1 comentario :
Excelente post, para entender mejor esta pandemia desde el punto de vista psicológico
Saludos
Lucas
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