El envejecimiento de la población ha incrementado
la presencia de alteraciones que disminuyen progresivamente la capacidad
visual, de las más importantes es la catarata.
La catarata es una enfermedad crónica que clínicamente suele definirse como la disminución de la agudeza visual provocada por la opacificación del cristalino. El cristalino es nuestra lente natural, por donde pasa la luz a la retina donde se forman las imágenes, si pierde transparencia y no deja pasar la luz de forma nítida, progresivamente se va viendo peor.
La catarata es una enfermedad crónica cuya principal causa es el envejecimiento, aunque también existen otros factores como condicionantes genéticos, traumatismos, enfermedades oculares otras enfermedades como la diabetes, y en algunos casos, es congénita.
En los estudios que evalúan la prevalencia de
cataratas* según la definición morfológica (opacificación del cristalino) la
prevalencia se encuentra entre un 15% y un 20%; mientras que cuando es
considerada la agudeza visual asociada a la opacificación del cristalino,
existe una mayor variabilidad alcanzado una prevalencia de hasta el 30% en
población de 65 o más años de edad
La Organización Mundial de la Salud (OMS)
estima que la catarata afecta a 18 millones de personas en el mundo y la
mayoría de la tercera edad. La catarata es la principal causa de ceguera
relacionada con el envejecimiento.
La relación entre catarata y seguridad vial es muy
obvia, si el 90% de la información al conducir proviene de la vista, y la
catarata impide la visión, el control del estado de la enfermedad es vital para
desaconsejar la conducción cuando la capacidad visual esté afectada y no se
pueda compensar. Además, si la mayor parte de la población de los afectados de
cataratas son personas mayores, hay que advertir que se estima que el 50% de
los accidentes de tráfico con implicación de conductores mayores se relacionan
con defectos de la visión, por lo que podemos suponer que una buena parte de
ellos puedan ser debidos a esta dolencia.
No se puede conducir con cataratas, aunque a veces
la detección sólo se puede hacer en consulta oftalmológica, porque el
cristalino se daña en zonas que no afectan a la visión, podemos sospechar la
presencia de cataratas prestando atención a los síntomas más habituales:
·
Visión borrosa y, en ocasiones, doble.
·
Fotofobia frecuente (la luz molesta).
·
Se ve mejor en días nublados que en días soleados.
·
Aparente mejoría de la hipermetropía, se ve mejor
de cerca, quizás se prescinda de las gafas.
·
Dificultad para conducir de noche.
Para aumentar la seguridad vial vigilando la visión
recomendamos revisar frecuentemente la vista a partir de los 55-60 años. 1 o 2
veces al año, y sinceridad en la autoevaluación de la capacidad para conducir,
acudiendo al especialista ante cualquier problema. Dos terceras partes de los
conductores de edad avanzada con alteraciones de la visión consideran su vista
“buena” para conducir.
Si se padecen cataratas, hasta ahora, el único tratamiento
curativo, es el quirúrgico, al que se someten muchas personas mayores, tras la
cirugía, se puede volver a conducir.
Si la catarata no se ha detectado o
se sospecha que se está formando hay que adaptar los hábitos de conducción de
acuerdo al deterioro de la función visual:
· Evitar conducir de noche, durante el día llevar
gafas de sol, ir acompañado y descansar con mayor frecuencia.
· Acudir al especialista lo antes posible para que
evalúe la situación.
Cuando
el médico evidencie un deterioro progresivo de la capacidad visual será
recomendable que el especialista al final de la revisión, emita un informe
actualizado al paciente que permita detectar el riesgo real de esa persona al
volante. Dicho informe sería clave para la obtención o prórroga del permiso de
conducir.
Volver a conducir tras la operación de cataratas:
La cirugía moderna de la catarata incorpora
una lente intraocular que produce una pequeña reducción del campo visual, por
lo que es necesario:
·
Cumplir el tiempo de recuperación de la capacidad
visual indicado por el especialista.
·
Poner atención a complicaciones tempranas de las
primeras semanas para solventarlas.
·
Usar gafas que estén adaptadas correctamente a la
nueva situación.
·
Para poder conducir el oftalmólogo debe comunicar al
paciente la recuperación completa de su capacidad visual.
·
No se debe conducir en los seis meses siguientes a la
cirugía refractiva, aunque el paciente crea que su visión es correcta.
·
Renovación del permiso de conducción: es conveniente
después de la cirugía oftálmica por su propia seguridad y la de todos.
Documento editado por “Médicos por la Seguridad Vial” de Fundación MAPFRE.
Unidad médica y psicológica del Centro Clínico Betanzos responsable de los reconocimientos médicos de conductores para la obtención y renovación del Carnet de Conducir.
www.centroclinicobetanzos60.es/certificados.htm
Unidad médica y psicológica del Centro Clínico Betanzos responsable de los reconocimientos médicos de conductores para la obtención y renovación del Carnet de Conducir.
www.centroclinicobetanzos60.es/certificados.htm
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